Mi querida sociedad…
Permíteme que me presente, mi nombre es Margalida Garí y soy enfermera desde junio del 2015. Me gusta remarcar esa fecha porque no soy, ni por asomo, una experta profesional, sin embargo mi falta de experiencia me da la preciosa ventaja de levantarme todos los días con más ganas, esfuerzo y voluntad para poder ser el día de mañana esa enfermera que todos quisiéramos tener a nuestro lado en los momentos difíciles. Humilde, formada, técnica, humana y, sobretodo, cuidando de todos vosotros. Ya que no hay que olvidar que cuidar siempre ha sido curar.
Gracias a Dios (o a la humanidad) esa labor no me pertenece solamente a mi, existen una gran variedad de profesionales que componen el tejido complejo que define a la palabra cuidar. Ellos son las mujeres de la limpieza, las recepcionistas de los hospitales, los telefonistas y centrales de coordinación de emergencias, los facultativos de medicina (reconozcamos que, algunos, son hasta buena gente), los auxiliares de enfermería, los técnicos de rayos, los psicólogos (y todos los logos que existan), los fisioterapeutas y, aunque haya muchos más, los que hoy son los protagonistas de esta carta, los técnicos de emergencia sanitaria que, curiosamente, no solo conducen.
Mi querida sociedad, los técnicos de emergencia sanitaria o T.E.S para los enfermeros es el equivalente a decir los grandes ángeles caídos del cielo en plena acatatumbe extrahospitalaria.
Un T.E.S es capaz de gestionar todo un accidente de tráfico de una, varias o múltiples víctimas mientras el médico y el enfermero se encomiendan al mismísimo Zeus para salir ilesos de allí, es capaz de prestar ayuda tanto al médico como al enfermero en su gran variedad de técnicas invasivas y no invasivas que se tienen que llevar a cabo en plena calle, sin un edificio protector ni cincuenta profesionales más que pueda socorrerte en el peor de los casos, bajo la lluvia, bajo la nieve, bajo un sol africano que quema hasta las pestañas, en el asfalto, en la tierra en la, tan estimada, arena de la playa, en el inmenso estadio de un campo de fútbol o en el diminuto espacio que hay en un vehículo.
Un T.E.S te prepara un tubo para intubar un paciente que está entre la vida y la muerte, te carga medicación (le guste a quien le guste y bien que nos va a los enfermeros), te hace todos los puzles imaginables y los inimaginables en cuanto a técnicas de inmovilización y movilización, gestiona temas burocráticos con la central, con el equipo, con su conciencia y con la madre que nos parió a todos (perdonenme la osadía).
Y todo eso el técnico de emergencia extrahospitalarias lo hace habiendo llegado primero al lugar del accidente porque, mi querida sociedad, ya podemos ser los mejores pincha culos del mundo (cómo odio esa frase) y unos campeones intubando, que si no llegamos dónde está el paciente aquí nadie empieza a hacer nada. Ángeles caídos del cielo y la base principal de todo equipo de emergencias.
Sin embargo, no todo son técnicas y catástrofes, hay momentos que un dar la mano, un abrazo o un “buen trabajo compañeros”, es mucho más importante que hacer una traqueotomía (que quisiera ver a muchos de los que ansían hacerla en plena acción).
Jamás olvidaré mi primera parada cardiorespiratoria, el trabajo en equipo, la adrenalina y, sobretodo, el abrazo final con el técnico de emergencias. Tampoco olvidaré el google maps y su dichosa manía de quedarse sin GPS en el peor de los momentos, los T.E.S tienen un GPS interno, al final siempre llegamos. Los largos trayectos con pacientes y el tiempo que yo le canalizaba una vía escuchar al técnico haciendo bromas al paciente para distraerle y hacerle su dolor más ameno.
Todo eso mi querida sociedad, no siempre se ve pero está, los Ángeles están y, sin ellos, ni ustedes ni yo estaríamos aquí.
Así que esta carta va dedicada a ellos, porque se lo merecen y para que poco a poco sean más visibles para todos. Para mi como enfermera, un buen auxiliar de enfermería o un buen técnico de emergencias, es aquel que está siempre a mi lado, hasta cuando cualquier otra persona quisiera irse por patas de allí y también es aquel que está siempre a vuestro lado, cuidando de todos vosotros, curando, y recordarnos a todos que sí, conducen, y muy bien, pero eso solo es una milésima parte de su trabajo.
De todo corazón,
Gracias.
Margalida Garí Font
Dedicación: En especial a un gran profesional y mejor persona, JOAN CAMPINS, porque hay muy pocos técnicos tan capacitados como tú para llevar a cabo esta profesión. Como enfermera agradezco la grandísima suerte de haber aprendido de ti, y lo digo públicamente, porque las injusticias profesionales nos perjudican a todos los usuarios de la sanidad. Creo que hablo por la mayoría de enfermeros, gracias por enseñarnos tu profesionalidad, seriedad, disciplina, humanidad y templanza. Infinitamente…¡GRACIAS!