La
herida es aquella brecha de luz
que
iluminando tenuemente al corazón
acabó
descosiéndose del todo,
derramando
su silencio a borbotones.
Es
aquel quizás convirtiéndose en nunca,
la
utopía despidiéndose del beso,
el
jarrón de agua fría al sobrecalentarse demasiado
el
latir de un pecho.
La
herida, el futuro en forma de cicatriz,
el
eterno tatuaje de un pasado,
el
presente desangrándose a gritos de amor,
mi
reloj parándose sobre tu ayer.
La
herida, con su dolor sin anestesia.
Una
abertura con pase vip al alma,
la
certeza de que ya no es posible autoabrirse
en ventana
y,
al
menos así,
dejar
que el dolor se vaya.
La
herida cosiéndose despacio junto al tiempo,
encarcelando
dentro del pecho a un corazón muerto,
haciéndose
más piedra y menos piel
con
la esperanza de aquél ciego que anhela el ver.
Y
sin embargo, tal vez mañana
porque
hoy ya no nos cuenta,
ésta
herida encuentre el modo de abrirse en ventana
y
tú,
encuentres
el modo de entrar en ella,
devolviéndole
así, el latir a un corazón
que
por dar TODO lo que tenía
se
olvidó de quedarse amor en reserva.
Margalida Garí Font
20.01.2017