domingo, 23 de septiembre de 2012

La imperfección perfecta del amor.

La historia que voy a contar no pertenece a ningún lugar en concreto, tampoco es de un tiempo determinado y, por supuesto, los protagonistas no son nadie. Aun así el placer de presentaros este relato es mío para que la necesidad de leerlo sea completamente vuestra.
Dicen que la magia se alimenta de la imaginación de nuestras mentes, que en un punto exacto de nuestro celebro ocurre una especie de intersección nerviosa la cual lo conecta absolutamente todo, y nos deja completamente indefensos delante la deslumbrante luz de eso que llamamos magia para que todo lo demás desaparezca y para permitirle la entrada a la extraordinaria locura del miedo, y entonces ocurre el cambio. El amor entra sin permiso y tu, sin poderte liberar del hechizo, le dejas entrar.
Desde el primer día tuvimos claro que sería difícil, quizás sería más apropiado llamarlo complicado o peligroso, tal vez una estupidez, de cualquier manera nunca fue nada de eso, sino todo lo contrario, fue lo mejor de nuestras vidas, fue perfecto.
Es completamente y absolutamente cierto que las vidas de las personas están compuestas por miles y miles de experiencias, imágenes, cultura, sociedad, entorno, el propio yo…que hacen de esa vida algo especial. No hay una cosa mejor o peor que otra, hay diferentes cosas que forman parte de nosotros y nos definen, eso es todo. Pero nuestra historia siempre formó parte de ese grupo de otra manera, no era comparable a nada porque era lo mejor de nosotros y no era anulable por nada porque estaba solo, sin nada que temer y sin nadie que superar, era y siempre será esa gran magia de la que os hablé.
Cuenta una vieja leyenda árabe, que un día una bestia salvaje se enamoró hasta lo incalculable de una bella. Ésta tan solo tuvo que levantar la mano para hacer callar a la bestia para siempre. Lo que mató a la bestia fue la belleza. Morir aquí es comparable con el hecho de dejar de ser salvaje al nivel de matar, ser rebelde, etc.
Mi historia es la leyenda pero al revés, yo jamás quise dominar a la bestia, porque le amaba (siempre le amaré) tal como era, pero precisamente por eso la bestia también me amó, y conseguimos sumergirnos dentro de las profundidades de la locura de una libertad que acabó por hacer desaparecer todo lo demás. Los miedos que nos empezaron a visitar se fueron junto el orgullo de no querer apostar por lo inapostable y por un momento fuimos un solo ser con dos corazones latiendo. La humanidad y el universo dejaron de tener sentido para siempre.


¿Sabéis? Una vez sientes esa clase de amor en tu vida, no lo vuelves a sentir nunca más. Te enamoras mil veces más, eso sí es posible,  pero el amor que sentiste aquella vez y que sentirás cada vez que vuestros ojos se crucen es únicamente vuestro, para vosotros.
Le dejé volar porque era un ave de paso, uno de esos pájaros que ansían la libertad, el viento y la vida sin pisar tierra, uno de esos que nunca sabes en que época del año emigrará a otras tierras ni en qué momento regresará, si es que regresa. Le dejé volar porque el vuelo era su vida, su modo de ser y su filosofía. Le dejé volar porque desde las alturas se ven más realidades que solo las que están al lado nuestro, porque no tenía ningún derecho a no dejarle volar y porque volar era su modo de respirar, su por qué y su verdad. Pero ante todo, le deje volar porque yo también siempre volé y jamás permití que me obligaran a ser quien nunca había sido y quien nunca querría ser.
Una vez tuve miedo, tuve miedo de verdad, y aunque sabía que no había nada de lo que temer, me prometí a mi misma amarle de la mejor manera que se puede amar a un pájaro, ayudándole con un empujón a alzar el vuelo con más fuerza. Le amé y le amo tanto que solo pude demostrárselo de un modo, dejándolo ir.
No, no dudé en ningún momento de nuestro amor, éramos y somos, una bomba de relojería que podía estallar en cualquier momento, pero nos necesitábamos el uno al otro para ponernos de pie cada mañana y acostarnos cada noche, nos necesitábamos para estabilizarnos en un mundo lleno de inestabilidades, para querernos más que a todo y importarnos más que la propia vida, nos necesitábamos para que al menos algo tuviera un sentido, para proporcionarnos la paz que no teníamos sin el otro. Y la verdad es que nos necesitábamos para salvarnos de nosotros mismos.
Nunca sabré porque fuimos nosotros dos los elegidos, pero siempre tendré claro porque escogí estar con él sin estarlo, porque el corazón nunca me preguntó (a él tampoco y por eso tuvo mucho más miedo que yo cuando sintió que sentía) y yo jamás le pedí explicaciones a mi corazón, sabía que tenía razón y eso siempre fue suficiente.
Al final, lo único que quiero que quede claro es que, a pesar de todo, el amor existe.  Los perros se enamoran, las flores se enamoran, los punks se enamoran, los pijos se enamoran, las tortugas se enamoran, las piedras se enamoran, los planetas se enamoran y los pájaros también se enamoran. Y nos guste o no, no tenemos ni voz ni voto en el amor, pero cuando ocurre, por muy difícil, tortuoso, complicado, doloroso y desconcertante que sea, es lo mejor que nos puede pasar.
El amor es perfecto porque es completamente imperfecto.
Así que volando desde ningún lugar, en ningún momento concreto y siendo nadie, solo diré que améis sin miedo, amad con todo el corazón, sin límites, apostándolo todo a cambio de nada. Amad como si nunca más volvierais a hacerlo, porque cuando se acabe, si es que acaba, no penséis que no lo habéis dado todo de vosotros para que funcionara.
Cada historia es un mundo completamente diferente, pero las personas somos siempre las mismas, apostad por vosotros porque nadie lo hará y cuando os quieran hacer creer que no sois merecedores de tal destino, luchad con mayor fuerza para demostrar lo contrario.
En el nombre del amor, que nadie os diga nunca de lo que sois capaces de hacer ni a quien os merecéis amar, simplemente hacedlo sin pensar, luchad por lo que creéis porque, al final, es lo único que os quedará, la certeza de que lo intentasteis de la mejor manera que pudisteis y que os dejasteis la piel y partes del corazón en el intento, sin pedir, en ningún momento, reparación de daños.

Margalida,
A una vida sin amor jamás se le permitió llamarle vida. El término para ese suceso es conocido como muerte o, más concretamente, muerte en vida.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Avui em sento petita perquè sóc gran.


Avui em sento petita, em sento petita de veritat. És una sensació estranya, gratificant, si, però estranya.
Tinc molt clar que sóc jove, l’experiència de la vida que pugui tenir una persona de la meva edat dista molt de ser la mateixa experiència d’algú amb més rodada, possiblement per això mateix tinc aquesta sensació de ansiar agafar la mare i posar-la al fons de la meva butxaca. Surrealista, pensareu. Real, us contestaré.
Em considero una persona senzilla, una persona amb uns pilars molt clars, una d’aquella classes de persones que ho dona tot per aconseguir el que la fa feliç. Creieu-me, aquest cop ho he donat més que tot. Les ferides del seu preu encara els fa falta un temps per curar-se, però aquí estic, endavant, de cara al públic i amb el cap ben alt, mirant-vos de ple als ulls, omplint-me els pulmons d’alguna cosa que no només sigui aire.
Plou, les gotes de la pluja captiven el meu cos i el recorren com si fos possible fer-li una capa protectora, protectora de què?Em pregunto. Aquest cop tots sabem la resposta.
Avui em sento tan petita que desitjo amb totes les meves forces transportar-me fins a la casa de la meva àvia uns anys enrere (uns quants anys gegants enrere), agafar els llibres i fer de professora d’una personeta que per aquesta època tenia uns quatre anys, desitjo amb totes les meves forces tornar a ser innocent, perdre’m dins el món de la infància com si no fos possible trobar la porta de sortida. El desig no es compleix, evidentment.


Pau, això és el que sento, una pau que em recorda que començo a tornar a ser jo mateixa, a defensar la llibertat, la dignitat i l’amor per sobre de totes les coses, defensar uns ideals justs a costa de perdre’ls més d’una vegada. Tornar-los a agafar cada cop. Sempre. Perquè si no defens allò amb el que crec, què em queda?Sóc així, molt caparruda amb les injustícies i amb la meva manera de pensar, i ho vull seguir essent, és gràcies a això que ara ús escric paraules que queden lluny de només ser paraules, us obro el meu cor.
Tinc por, tinc tanta por que m’encadenaria amb pany i clau als braços protectors d’aquesta vida actual. No ho faré, hi ha la meva essència que m’obliga a seguir endavant amb el primer somni que em va fer somiar. Volar.
Avui em sento petita perquè el que passi a partir d’aquí és una incògnita, un full d’un blanc enlluernador que em desconcerta. Però un full que em recorda que el primer que s’ha de fer és començar a escriure per deixar de veure el blanc. 
Confesso que avui he començat l’escriptura.
Molt valenta és el que sóc, em diuen un cop i un altre. No ho sóc, simplement em guio pel cor i no pels pensaments. Els pensaments s’han d’escoltar, al cor se l’ha de creure, és la meva filosofia de vida. El meu cor em repeteix que voli amb cada batec, em diu que no deixi de lluitar, que aposti per allò que ni el més boig apostaria (ho he fet), i que quan tot es torni fosc m’il·luminin el paisatge de les pàgines brillants del paper de la meva vida, que continuï escrivint encara que em tallin els dits de la mà, que no deixi de ser jo.
Mai he deixat de ser-ho, no en sé, jo sóc transparent, sempre ho he tingut clar, igual que sempre he tingut clar que ser transparent implica que et penetrin dintre més d’un cop, que et traspassin completament, i que et tornis a deixar a veure tots els teus secrets desprès de cada cura. Que et deixis conèixer tal qual ets, transparent i punt.
Avui em sento petita però em sento bé, nerviosa, tensa i eufòrica.
Em sento petita pensant que aquest cop no hi haurà el llit de la mare o l’abraçada de la germana o la ironia del pare.
Però sobretot, avui em sento petita perquè me n’he adonat que fa molt temps que ho he deixat de ser...


Margalida,
Lluita pel que creus i deixa de fer-ho pel que no creus, però sempre recorda’t de tenir un motiu per lluitar...el per què ja ho aprendràs.