jueves, 13 de agosto de 2015

Donde todo empieza y acaba.

Todo empieza y acaba en un sumergirse bajo el agua.
Nunca nada había sido tan sencillo.  Primero los pies, después las piernas y la cintura y, finalmente, los brazos, la barbilla y los ojos. El orden puede variar, la quietud no varía.
Allí abajo se encuentra todo un mundo de fantasía de color azul en todas sus tonalidades. Está allí, yo lo he visto.
Un mundo en dónde el cuerpo es ligero y dócil, el corazón se enlentece y el cabello adquiere técnicas de baile desconocidas para el paraíso terrestre del viento. Un mundo de silencio y de despedida a las palabras, ¿Quién desea el habla teniendo paz?, ¿Quién goza pronunciarse en el reino de los corales?, ¿Quién tiene el coraje ahora?, ¿Quién lo tuvo antes?
Todo empieza y acaba en un sumergirse bajo el agua.
El tiempo, ese villano de vidas y también de muertes, se pierde en la corriente del agua y no vuelve. La luz, esa Diosa del día que duerme en la noche, es incapaz de llegar a todas las profundidades marinas. ¿Acaso llega la Diosa a las profundidades del corazón? ¿Acaso tú, tienes el corazón lleno de luz? Afírmalo sí te atreves, se, por una vez, valiente y niega las sombras del alma.
Allí, en el agua, nadando van los sueños y sus dueños, huyendo del miedo pero con miedo, ahogándose en la triste certeza de no haber encarado con firmeza a la vida, de no haberle sido infiel. Nadando van los sueños y sus dueños, siguiendo el flujo del agua y difícilmente, algunos pocos, se empernan en ir, inútilmente, a contracorriente. Aún así, os lo aseguro, les he visto, esos pocos son felices y hasta sonríen entre oleaje y oleaje.
Todo empieza y acaba en un sumergirse bajo el agua.
La rebeldía innata por defecto (o virtud) cobra su forma más espléndida en un mundo de calma y de tempestad. Jamás hay que olvidar que así como el mar nos regala la paz, hay veces que nos muestra la tormenta y otras, incluso, se alía con las nubes y el viento y nos enseña todo su poder.
Comprendemos, entonces, la nada que somos ante la naturaleza, la poca palabra que tenemos para ella. Somos capaces de recortarle los bosques y las montañas, también de ensuciar el aire y el agua pero somos incapaces de domarla y de vivir sin ella. Ella nos crea y nos destruye, nos enseña y nos castiga. Es amor y odio. Y en los retos, ella nos devuelve a cada uno a nuestro sitio con poco más que la humildad y la certeza de que hemos perdido en tozudez pero hemos ganado en humanidad y, por supuesto, en rebeldía.
¿Hay algo más hermoso que la libertad y la rebeldía?  
Esa lección iba yo aprendiendo en el tiempo infinito en que mi cuerpo y mi mente flotaban en el agua. Y ya no había cuerpo, ni mente, ni yo subjetivo, todo era uno y no era nada. Absolutamente nada e indiscutiblemente todo.
Todo empieza y acaba en un sumergirse bajo el agua.
Cuando lo entiendas habrás vivido.



Margalida Garí Font


Déjame vivir
Libre
Pero a mi manera.


Jarabe de Palo.