Me quedo a descansar en
cada una de tus letras porque es en ellas en dónde recojo olvido.
A finales de año son
muchos los que hablan de la vida, ese tema abrupto que contiene los pies en la
cabeza y la cabeza en búsqueda y captura. La vida, tú vida y también la mía.
Hablemos, entonces, de
lo qué es la vida…
Tengo la suerte de
tenerte y quizás no te tenga en absoluto, pero en ti reposo y contigo enmudezco
hasta los acentos y los puntos seguidos. Tú eres la caricia de las mil y una
noches, la saliva de un mar de lágrimas,
pesadilla y plácido sueño. Tú eres tortura y sosiego, contigo escribí hasta
quedarme con el corazón vacío de argumento y los anhelos rellenos de tinta
negra oscuridad.
Siento que hoy te he
fallado por haber sido incapaz de igualar tu ausencia. Ese es un peso con el
que ya hace muchas lunas que cargo. Me temo que mi amor por ti abarca mucho más
de lo que puede soportar un alma rota. Tú eres quién cose las heridas más
profundas habiéndolas expuesto antes frente a frente. Eres una lucha a muerte
entre tú indagar y mi esconder.
Tus palabras son tan
duras a veces que cuesta creer que, otras, sean abrazo y pañuelo de una sola
frase.
Sí, también yo me he
perdido en tus poemas. A veces no entiendo lo que escribes y no cuentas, lo que
amas pero dejas. Eres tan sumamente enigmática y profunda que hasta consigues
ser superficial y recuerdo.
Ya nadie lee tus
canciones porque el mundo se las sabe de memoria, ya nadie te escribe cartas de
respuesta porque todo son preguntas. Todos somos problema en búsqueda de luz. A
veces se nos olvida que tú eres luciérnaga que brilla en el camino. Sí, también
yo me he perdido en tus caminos.
Los sueños no se miden
por las veces que cerramos los ojos sino por las veces que tú nos los abres.
Hay primaveras que necesitan más de una noche sin dormir. Y como tú bien sabes,
hay primaveras que nunca llegan porque también se pierden en tus poemas y
caminos. ¿Qué hará el invierno que siempre nos encuentra tiritando de frío?
Me di cuenta hoy de
qué, tal vez, a ti te sobren letras y a mí me falte coraje, qué saber mucho no
significa saberlo todo, qué cambiar de rumbo no es no encontrarse pero que una
puede tener que cargar muchos quilómetros demás por haber cambiado el rumbo, y
que andar demás no es aprender menos.
Entre tú y yo, si aún
te escribo es para seguir viéndote mañana y que me cures de nuevo al corazón
que sigue sin hacerse caso a él mismo. Es para poder viajar a cualquier lugar
del mundo en cualquier momento del día. Si te escribo es para besarte y que no
duela, para leerte con ese aroma a café y a tostadas medio hechas.
Contigo mi alma habla y
mi boca calla. Tú eres infierno y cielo, mi eterno amanecer despeinada.
Pero por favor, cóseme
hoy de nuevo al corazón que aún sangra lágrimas de desamor y ya es Navidad.
Margalida Garí Font