A pesar de haber sido…
Una de esas mujeres que en su día
se leyó una Biblioteca entera en trayectos de tren y disfrutó en forma de vidas
paralelas dibujadas en cada ventana de su vagón.
Una mujer que hirió a más de
un corazón, pero tampoco ella quedó impune.
A pesar de haber sido una
mujer labios rojos y vestidos cortos, una mujer tarde de amigas y varones de vaivén.
Una de esa clase de mujeres
que hacían la maleta por amor. Sin miedo, sin adiós y sin ton ni son. A la que
le decían te quiero y contestaba yo también.
Que cortos fueron esos viajes
en tren.
A pesar de haber sido una
mujer de sí pero después no, de uñas rojas, pero después negras,
de “quédate” pero mañana, de “no me ates” pero “cógeme”.
Una mujer de aviones a cualquier
isla, de vinos a cualquier hora, de besos en todas partes, de contigos pero sin mí.
A pesar de haber sido una
mujer detrás de una barra a modo de wiski y sonrisa Trident que guardaba en su
bolso de dama el libro de Rayuela durante toda la noche para no quedarse sin
palabras entre tantos poetas.
Una mujer que hizo perder el
equilibrio al equilibrio de su vida porque nunca le gustaron los caminos cortos.
Una de esas que no dejaba de
escuchar música en un período superior a veinticuatro horas por miedo a perderse
un sonido esencial.
A pesar de haber sido una
mujer infiel a todos los amores de su vida y decidir que en las letras reside
cualquier alma por mucho que no siempre escribamos su nombre.
Una de esas mujeres que
también estaba segura de que sus abuelos, familia próxima, familia no tan próxima,
amigas y amigos, realmente eran inmortales. Porque… ¿Por qué iban a irse? Y,
sin embargo, se fueron y se llevaron tres cuartos de corazón de esa mujer con
ellos.
A pesar de haber sido una
mujer de sueños rotos, de proyectos cojos, de vueltas al mundo en 365 orgasmos.
A pesar de…ser esa mujer.
Margalida Garí Font
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