Dejar que el cuerpo se pierda sumergiéndose
en el mar es, en su forma más primitiva, alejarse de la tierra.
Desaparecer.
Estar a solas.
Entender al silencio que nunca
se calla.
Bailar entre todas las
lágrimas que ahora son océano y solo por eso valió la pena que fueran lloradas,
guardadas en el mar para darles el prestigio que no tenían en el mundo
terrestre.
Mar para navegar a la deriva
el tiempo que la tierra nos duela.
Salar cicatrices. Convertirlas
otra vez en piel.
Tierra para pisar caos firme.
Volver a subir a esas montañas
que nos enseñan que desde arriba los problemas son hormigas y aunque bajemos de
nuevo, las hormigas siguen siendo pequeñas.
Tierra desde dónde no perdamos
de vista al mar.
Mar que nos salve de nuevo del
tiempo, de la rutina, de la gente y de las hormigas.
Sin embargo, nos devuelve a la
tierra.
Y, aun con todas las
cicatrices saladas, pisando caos firme…nos imaginamos viviendo abrazados por el
agua. Protegidos del tiempo, la rutina, la gente y las hormigas…pero para siempre.
Margalida Garí Font
Canción: Allí donde solíamos gritar- Love of Lesbian.