Llueve, ya llovió, lloverá y, por supuesto, desllueve.
Soledad, luz tenue y una pluma.
Imaginación. La mía, pero contigo.
Ahora, y de repente, diluvia y un beso.
Tú olor, después la risa. La mía, la nuestra, tu sonrisa.
Improvisación es el nombre de un poema sin métrica, ni ley
ni fonética.
Me miras, me pierdo.
Piensas y pienso, pensamos.
Despensamos y
borramos. Tú. Yo. Idealización.
Música y pintura dentro del corazón. ¡Moisés, ahora habla!
Te Quiero es demasiado viejo, el ahora se llama olvido.
Somos los que aún viven. Aquellos que creen creer.
Supervivencia, gemela de la Existencia. Tú. Yo.
Tú olor, después la risa. La mía, la nuestra, tu sonrisa.
Te giras, te vuelves, y dudas.
Supones que caminas pero corres. Y, de repente, sigues
quieta.
Quieres y dices que puedes, después apagas tu mirada y ya llueve.
Me pierdo, me miras.
Un beso.
Olvido.
Después la risa. Tú sonrisa.
Martes de invierno y domingos de hielo. Tú olor.
Letras, palabras, un poema.
¡Moisés, ahora habla!
Desllueve, me
piensas, dudas, me anhelas. Te Quiero y vuelvo a ser vieja.
Si alguna vez me oyes, corazón, grita.
Si alguna vez gritas,
corazón, que no sea de silencio. Que no llueva, que te sienta el grito y que
éste crezca.
Si alguna vez, corazón, haces que
crezca el grito, sigue.
Si alguna vez, corazón, sigues,
no vuelvas.
No vuelvas, corazón, que aquí
a veces,
aún llueve.
Corazón, a veces, llueve.
Y el corazón contestó:
Pero volviendo también desllueve.
Y volvió.
Margalida Garí Font
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