lunes, 24 de julio de 2017

Querida yo (pasado, presente y futuro):



Querida yo. Queridísima yo.
Con tan solo cinco cumpleaños ya te pasabas las horas perdida en todas las ventanas de cualquier vehículo imaginando vidas. Historias de hadas, de leones, de rizos que bailaban. Historias sin dueño pero tuyas, para ti.
Con doce todas esas historias empezaron a tener vestido de letras y papel y, sin saber por qué, te dejaste llevar, y escribiste. Querida yo, hoy aún escribes las frases de todos tus sueños y las frases de todos los sueños de otros.
Quizás algún día alguien las lea.
Mejor aún, quizás algún día a alguien le sirva leerlas. Leerte. Porque tú eres tus letras.
Querida yo, has escrito a tantas cosas, a tantos besos, a tantas risas…al amor, al desamor, a la amistad, a la injusticia, a la pobreza, a la libertad, a la dignidad, a los recuerdos, a tu profesión y hasta a las mismas letras les has dado la palabra.
De adentro hacia afuera. Jamás al revés.
Así como se escriben los latidos que valen la pena leer. Es decir, todos. Porque un corazón  que late es un corazón que tiene algo que decir, tiene vida que gritar.
También perdiste querida yo.
Perdiste amistades, amores, personas, objetos valiosos, otros de un valor nada material pero sentimentalmente impagables. A veces ellos mismos se fueron solos, otras les dejaste marchar y otras tuviste que aprender a dejarles ir. Aprender a soltar. Aunque duela.
Como a ese amor, como a esa amiga, como a esos abuelos (soltarles sin soltarles es, aun hoy, algo que escuece, que te remueve y te calma. Algo que aceptas pero no callas).
Querida yo, ¡pero cuanto ganaste!
Ganaste Perú y sus personas, ganaste filosofía a pesar de que fuera a medias, y enfermería con todos sus baches. Ganaste Madrid, Barcelona y República Dominicana.  
Ganaste en familia. Una madre que es el centro de lo que ahora eres tú. Un padre, la otra mitad de tú madre y tu propia mitad. Una hermana, ese alguien por quien harías cualquier cosa, cualquiera.
Ganaste en perder algunas personas que no te aportaban nada. Ganaste en perder muchas veces.
Ganaste en dejar ir algunas personas a las que no les aportabas nada tú. Porque nadie es perfecto y tú tampoco lo eres querida yo. A veces dueles.
Ganaste en abrazos, sonrisas, sexo, silencios, música y literatura.
Ganar en arte es una preciosa forma de vencerte.
Querida yo, también le ganaste a él. Y no siempre te lo mereciste pero decidió quedarse y eso también es vencerte.
El amor es vencerte porque te vence aunque te apartes. Porque no hay huida que valga cuando tú corazón late vida. Que la vida siempre se grita.
Querida yo.
¿Qué más da mañana?
¿Qué más da el segundo después de ésta palabra?
Querida yo, quizás tú ya no estés.
Ni tus letras, ni tu risa, ni tu mirada en océano.
Perderte es no entender que en el tiempo está el verbo irse, que en el futuro una se va y ya no vuelve.
Encontrarte es tu empezar todos los desayunos con café de hoy.
No ir más allá.
No ver sin mirar.
No seguir sin pararte.
No equivocarte sin un volver a empezar.
Querida yo, tú solo vive como escribes: caóticamente.  Utópicamente, de adentro hacia afuera. Y jamás al revés. 




Margalida Garí Font

miércoles, 19 de julio de 2017

Enfermeras y enfermeros de verano (y del año entero):



            Resulta que hace más de un mes que intento escribir algo parecido a lo que vendrá a continuación pero estamos en verano y las horas libres de nuestra profesión brillan por su ausencia. Así que, en primer lugar, pido disculpas por ser enfermera y tener una mierda de verano (y también pido disculpas a las preciosas playas de mi isla, Mallorca, que ya me mandan señales de humo por olvidarme de ellas. ¡Yo os quería playas!).
            En mi primer trabajo tuve una compañera que no paraba de repetirme que ella no se cansaba de decirles a sus hijos, nietos, bisnietos, vecinos e, imaginad que creencia más firme la suya, hasta a cualquiera que se cruzara con ella, que JAMÁS, estudiaran enfermería (para el que no se haya enterado, sí, hay que estudiar para ser enfermero/a y, además, cuatro malditos años que, curiosamente, se convierten en toda una vida de estudio).
            Para aquel entonces yo pensaba que esa enfermera era una dinosauro quemada (así llamo a las enfermeras que llevan más años que el vino tinto ejerciendo y sin ninguna gana) pero, viendo como está Europa y, España en particular, hasta creo que la dinosaurio no iba tan mal.
            Quiero que quede claro, adoro a mi profesión, es un trabajo profesional, intelectual, práctico, humano y, emocionalmente, orgásmico. Sin embargo, actualmente, gracias a los recortes, a la falta de una fuerza política e institucional, a los escasos efectos que causan todas las protestas de sanidad, educación, medio ambiente, etc. Y, gracias a la desesperación del trabajo de temporada, ser enfermera/o es casi equiparable a la práctica de masoquismo (pero sin placer).
            Me hacen una gracia esas compañeras y compañeros del curro que te dicen:
“Tia, tú, en verano, abarca todo lo que puedas y más, trabajo que te ofrezcan, ¡cógelo!, que muchos después se quedan.”
            Así estamos, que en verano te llama la mujer de la bolsa (casi siempre es una mujer y de las amargadas), te ofrece una mierda de contrato. Un día, una semana, un mes ya es la hostia, y si le dices, me lo tengo que pensar, prefiero esperar a que salga algo mejor, en la unidad que me gusta, etc. Ella te contesta con esa voz de ángel y demonio a la vez: ¡Como quieras pero ya no te llamo más! pibpibpib…Y después va tu amiga y te dice, lo ves tia, hay que abarcar. ¡ABARCAR!
            Pues os diré una cosa, querida España, queridos pacientes, queridos compañeros/as, querido todo aquel que lea esto y queridos y punto. Prefiero trabajar de camarera (que es un trabajo bien respetable si las condiciones laborales son óptimas, que esa es otra…), a que tenga el imperativo de abarcar en mi vida.
            Y lo digo siendo consciente que en Julio y Agosto no tengo ni un día libre, ¡ni uno! Juro que cuando acepté no lo hice por abarcar sino porque echaba tan de menos a mi profesión después de un invierno con tiempo pero sin pasta que hasta me apunté al curso de OPOS (otro error que recomiendo no hagáis, creo recordar libros de la ESO en inglés más entretenidos que esa tortura de curso. Estudiar el libro ya fue tarea imposible, era empezar a leer y dormirme antes de acabar la tercera palabra…)
¡Cuánto me acordé de la dinosaurio este invierno!.
Así que me ofrecieron cubrir vacaciones, pac, ambulancia, y no pude resistirme.
            Me duró una semana la añoranza enfermeril
            Después está la otra parte.
Eres enfermera/o = Sirves para todo.
Para mirar la tensión a un paciente que viene por constipado (¿para qué señoras y señores facultativos?), para estar de mañana en urgencias, de tarde en pediatría y de noche en quirófano con un extra de fin de semana en el centro de salud, para coser un botón de la bata que se sujeta sola porque es la única que tu supervisora se ha dignado a ofrecerte (tamaño XXL para que quepas muchos años), para llamar al de mantenimiento, para comprar un ventilador y no ser un maldito queso fundido, para meditar entre médicos y pacientes, para hacer yoga entre y entre y para volverte adicta/o al café aguachirri.
Eres enfermera/o mi amor, multiusos se queda corto a tu lado.
Ironías aparte, España, Europa, mundo, ¿Sabéis que pasa cuando las cosas se hacen así de mal?
Que vas tan cansada/o que es IMPOSIBLE que realices bien tu trabajo, que se hacen las cosas a medias y con prisas, que no llegas a centrarte en un lugar, a unos compañeros, a una rutina. Que no tienes una vida más o menos tranquila y estable en al menos quince años cuando ya estas para la jubilación, que tu familia ya no sabe si tienes el pelo rizado o liso, si eres su hija o su vecina, si les quieres o les odias porque ellos no lo entienden, ellos quieren que estés allí. Que tus amigas te quitan de todos los grupos de whats up porque total, pa’ lo que te van a ver…
Eso pasa, todo eso y mucho más que prefiero quedármelo para mí.
Sin embargo, resulta que trabajamos con  DERECHOS HUMANOS, la salud, la dignidad, la libertad. Trabajamos con personas, con personas susceptibles de enfermedad, enfermas o prevención y promoción de esas enfermedades. De todas las edades, en todos los momentos del ciclo vital.
Cuando tu estés con un yeso en el hospital, tendrás todo un equipo sanitario que te cuidará, cuando estés con gripe también, cuando tu hijo se ponga enfermo también estaremos allí, cuando tu padre este en sus últimos días te acompañaremos que no hay nada más precioso que acompañar en los caminos…siempre que tengas una duda, un momento de salud complicado o un imprevisto, siempre, siempre, siempre, nos tendrás a tu lado.
Muchos otros prefieren estar en otros lados en esos momentos y nosotros decidimos hacer de ellos nuestra profesión. Porque amamos lo que hacemos, porque lo hacemos como si tú fueras nuestra familia. Pero no así, no de esta forma…
Queridos países, por favor, despierten.
Vayamos a darle motivos a la dinosaurio para que convenza a todo el mundo de que lo que hay que ser es enfermera. Qué, ¿por qué?
Porque es una profesión con alma y para cuidar, para curar, lo primero que nos hace falta es tener alma. Lo demás, se aprende. 


Foto: Marzo 2017. Enfermeras españolas en República Dominicana.                                      

Margalida Garí Font

domingo, 16 de julio de 2017

Infinitos y sin más allá.



Ella quería que la besara pero con infinitos y sin más allá.
Así como se besan a todos los para siempres.

A veces nos pasa que vemos un arma cargada y creemos que,
a día de hoy,
no habrá bala capaz de alcanzarnos.
Y de repente y sin saber cómo,
 el corazón ya se desangra.

Ese es el principio de todas las cicatrices:
Un disparo en contra de la poesía.

Miradas.
Todas guardando océanos absentas de tierras.
Silencios.
(de esos que hablan).
Distancias.
Las que ahora mi piel anhela guardar de la tuya.
Roturas.
Todos y cada uno de mis lunares con tu nombre.
Sonrisas.
Esas preciosas curvas que trata de ocultar el disparo.

Quizás porque pensábamos que éramos los únicos invencibles y eso nos venció.  
Quizás porque no supimos querernos en microdosis y nos quisimos demasiado.
Quizás.
O, quizás no.

Sin embargo ese día ambos corazones se hirieron.
Y ésa, es una cicatriz que ya llevarán de por vida.    


 Graffiti: Bansky
M.
 Dicen las estrellas que los fugaces somos nosotros.

martes, 11 de julio de 2017

Padrí Rafel.



            Es padrí Rafel va viure fins es darrer minut fent de sa vida una passió, de sa feina un passa temps i de ses tòniques amb gel i es vi de ca’n Mec, una obligació diària.
            Avui no estic aquí per explicar-vos una història trista, aquesta ja la portem cada u pel nostre compte. Tot lo contrari, estic aquí per explicar una preciosa història.
Una bella història d’amor.
            L’any 1955 va tenir lloc un esdeveniment històric a Petra, tot i que no hi ha cap llibre d’història al món que en tingui constància. Fou l’any en que l’homo Rafel Piulí i madò Bàrbara de Son Ferrer decidiren dir-se un “sí, vull” damunt un altar humil i amb una lluna de mel tan llarga que aquest dissabte passat encara no havia acabat. 
            I així és com comencen totes ses històries que valen la pena ser contades, amb persones normals, dins un poble normal i amb vides completament normals.
            Vos deia que al 1955 l’homo Rafel i madò Bàrbara es van unir amb sagrat matrimoni, tant sagrat que va durar 62 anys. Estic segura que molts firmaríem per un amor la meitat d’intens que el seu perquè avui en dia ses paraules constància i esforç ja no solen ser es menú principal.
            Sa lluna de mel va tenir lloc a l’altre punta del món, allà enfora, un petit monestir aïllat conegut amb el nom de Lluc.  Els petrers d’un temps ho havien sentit anomenar just per lo famoses que eren ses cançons dels escolanets. Encara ara diuen que hi ha petrers i petreres que no hi han estat mai. Així que l’homo Rafel i madò Bàrbara foren uns dels pocs afortunats. Ja vos ho he dit que era una gran història aquesta.
            Amb es temps, s’amor, i, ja ho sabem tots, alguna que altre palpada, varen arribar ses tres flors romanials.
            L’any 1957 es primer eslavó, i es 3r Rafel Font de sa generació. Es primer fill. Alt, prim, rinxols i ulls clars. Tot un artista de sa pintura, amant de sa lectura, escolanet de Lluc (l’homo Rafel i madò Bàrbara havien de tenir una excusa per tornar a Lluc), es tercer vèrtex, juntament amb el tio Andreu i es padrí Rafel, de Son Mieres, un hort preciós que els ha dut anys i anys de suor i feina pagesa. En fi, tot un gigoló d’època.
            L’any 1960 va arribar sa primera nina, Miquela Font Ribot. Alta prima com un fideu, cabells clars i llisos. Una de ses millors cuineres de Mallorca (però no li digueu que vos ho he dit), feinera com una mula, familiar i al·lotera. Un diamant concebut, tot i que no tenc certesa científica, dins una ses pallisses de Lluc.      
            Finalment, l’any 1965 va venir sa Revolució de la casa, es remolí per excel·lència, es cul inquiet de na Magdalena Font Ribot. Sa petita de la casa, una artista de sa moda del moment. Inclòs va acabar-se el seu propi vestit de boda 5 hores abans de casar-se, que ja és tenir mèrit!
            Amb ella es completava es cercle d’una família comú, amb els seus més i amb els seus menys, unida, familiar i plena de vida.
            I aquí, dames i cavallers, ve lo millor de tota sa història.
            Resulta, que per coses de sa vida, es tres fills van caure amb mans de s’amor i van decidir, cada un d’ells, casar-se.
            Però lo important de tot això és que amb els tres matrimonis ve sa part principal de sa història, els néts. Per ordre: 1989 Rafel Font Andreu, 1991 Margalida Garí Font, 1993 Bàrbara Garí font, 1993 finals Jeronia Mascaró font i 1998 Joan Mascaró Font.
            Uns néts que hem passat sa major part dels horabaixes a Son Mieres amb es padrins i el tio, mos hem empassolat telenovel·les veneçolanes, hem fet sa moneia amb es tractor, hem menjat síndria sense importar si es jersei era blanc o negre, hem pres dutxes d’aigua gelada amb sa mengera, hem fet cuina moderna amb pelles foradades i tomàtigues podrides amb serradís, hem permès que sa padrina mos encalcés sense èxit amb una branca de roure en forma de garrot per tot es corral de sa casa, hem menjat pa amb oli amb all fregat del tio Andreu, pa tan prim com ses sopes tallat per es padrí Rafel i un trampó amb ceba que no pica de sa padrina.
Uns néts que mos hem dormit en braços de sa padrina, hem escoltat ses batalles de guerra del tio i es padrí, hem aprés que no sempre lo modern és lo millor i que es julivert que no és de camp és plàstic. Uns néts que vam posar sa primera dent caiguda a n’es Ratoncito Pérez de ca sa padrina perquè era és que mos duia coses bones i amb sucre, que hem tingut una piscina única en forma de pica i d’aigua bruta de rentar verdures.
Uns néts que ho donaríem tot, només per tornar a rere un segon i que no faltés cap mur dins aquest pilar familiar.
És per això que aquesta no és una història trista, com pot ser-ho si ha estat plena d’aventures? I no és avui, ni ahir que es demostra lo important que és sempre un padrí o un pare, sino cada dia i en vida, de sa mateixa manera que es padrí Rafel ho va demostrar a sa seva dona i cunyat, a els seus fills i, finalment, a nosaltres, els seus néts.
Aquesta no és una història trista és només una altre preciosa i comú, història d’amor. 

                                        Foto: Dos àngels que tornen estar junts, cuidant-nos. 
                                                                                🌝🌛💝 

MGF