La mujer del pasillo es
transparente y eso la hace sentir más poderosa, aunque jamás nos lo diría. Es una
mujer silenciosa, pero te advierte de su presencia cuando es necesario que
suele coincidir con el momento que menos la quieres escuchar.
La mujer del pasillo es
astuta, te indaga por dentro y te despierta hasta el alma. Te enturbia la mente
y rebusca en tu piel cualquier indicio de haber pasado la tarde en el cajón de
las mariposas. Resuelve juegos de palabras y recita, después, todas aquellas
frases que ibas tú despinzando antes de pasar por el pasillo. Es, por decir
algo, una mujer caprichosa, tortura a sus pasajeros hasta que encuentra lo que quería
sin importarle las consecuencias o los rugidos del león que tiene encarcelado
en la habitación del fondo, la última a la que da el pasillo.
La historia del león es
quizás, ahora, complicada de explicar. Para hacerlo simple, toda mujer guarda
en su corazón a una bestia que va domesticando y liberando al largo de toda su
vida. Cuando el corazón de la mujer es demasiado salvaje la bestia no puede
descansar y se pasa las horas en estado de huída permanente.
Dicen las malas lenguas
que a la mujer del pasillo se le enfermó el león de su corazón y estaba tan
triste y desesperada para sanarlo que pactó con un mago un deseo: le devolvería
la salud al león a cambio de que ella fuera invisible. Y desde entonces la
mujer del pasillo es famosa por hacer sentir su presencia pero por no ser al
ojo humano y el león, que solo ella puede domar, se halla preso en la última
habitación de un pasillo sombrío, rugiendo con toda su fuerza para que su ama
le de la libertad a pesar de que eso implique que él enferme de nuevo ya que el
mago jugó muy bien sus cartas y le puso de condición a la mujer que el león
estaría sano pero que jamás podría volverla ver a ella aún cuando la
transparencia fuera su mayor identidad.
La mujer del pasillo
quiere tanto a su león que es incapaz de verle débil, muriéndose cada día un
poco. Por eso se pasa el tiempo buscando en el interior de aquellos que pasan
por el pasillo. A veces lo hace para no escuchar los rugidos del león, otras
para despertar a otros leones que llevan demasiado tiempo dormidos. A veces,
también despierta corazones.
La mujer del pasillo se
siente muy sola, sabe que la pueden notar muchas personas pero el no poder
hablar ni siquiera un poco la empequeñece cada noche y cada día. Gracias a
ella, muchos amores se han vuelto fuego y muchos otros cenizas. Ella es la responsable
del cambio de color de las paredes, del cerrojo de tres llaves de la última
puerta, del casamiento del ratoncito Pérez, de la canción final del funeral de
Camarón, del despacho en el agujero cinco de las ratas del centro, del primer perfume
de Chanel, de las vistas a Róterdam, del café con chocolate y de los besos de
amor. De todo ello se enorgullece y lo recuerda, presumida, con su mejor
vestido (a veces pantalón, dependiendo del grado de rebeldía) todos los lunes a
primera hora. Sí, la mujer del pasillo odia los fines de semana porque muy
pocos van a verla, así que decidió proclamar al lunes domingo y al domingo
fallecido.
La mujer del pasillo es
exigente, te pide lo mejor de ti o, tal vez, lo más importante, sin pedirte
permiso. Después uno/a se encuentra con la obligación de sobrevivir. Se sabe de
un hombre que aún anda intentando recordar el último verso de un poema
precioso, o casi precioso porque se ha quedado sin cierre. También se habló
mucho tiempo de una chica que de tanto que la mujer del pasillo la mareó que se
le mareó hasta el corazón.
La mujer del pasillo es
inspiradora, con ella se han formado los mejores músicos y pintores (excepto
los que pintaron el pasillo de negro). También han salido de ella grandes
arquitectos y profesores, amantes de la vida y los “Don nadie”, entre infinitos
otros.
La mujer del pasillo es
salvaje, por eso, aparte de por el trato con el mago, su león está encarcelado, porque su esencia cabalga
por todos los rincones del planeta. Y de los planetas. Y una mujer demasiado
salvaje acaba acompañada por la Soledad aún cuando muchos quieran acompañarla.
Aún cuando ella quiere que la acompañe uno solo.
La mujer del pasillo
dice que cuando reviente por dentro le abrirá la puerta al león y que vivos o
muertos se volverán inalcanzables. Que solo espera el momento, que aun debe
marear muchos andares y callar muchos verbos.
La mujer del pasillo es
una heroína, una alcahueta, una amante y una amiga pero la mujer del pasillo se
pasa la vida escuchando los rugidos de clemencia de su león y esa es una gran
penitencia porque por rodar esas llaves y darle la libertad le regalará,
también, la muerte.
La mujer del pasillo es
tan compleja que nadie la comprende. Ni ella misma parece entenderse. Sin
embargo, si hay algo que sin duda es la mujer del pasillo y que es a la vez
veneno y antídoto es que ella es invisible y eso lo cambia siempre todo.
La mujer del pasillo
es, ante todo, invisible.
Margalida Garí
Font,
Porque todas
tenemos un león que, encarcelado o no, nos ruge por dentro.