jueves, 4 de junio de 2015

La mujer del pasillo

La mujer del pasillo es transparente y eso la hace sentir más poderosa, aunque jamás nos lo diría. Es una mujer silenciosa, pero te advierte de su presencia cuando es necesario que suele coincidir con el momento que menos la quieres escuchar.
La mujer del pasillo es astuta, te indaga por dentro y te despierta hasta el alma. Te enturbia la mente y rebusca en tu piel cualquier indicio de haber pasado la tarde en el cajón de las mariposas. Resuelve juegos de palabras y recita, después, todas aquellas frases que ibas tú despinzando antes de pasar por el pasillo. Es, por decir algo, una mujer caprichosa, tortura a sus pasajeros hasta que encuentra lo que quería sin importarle las consecuencias o los rugidos del león que tiene encarcelado en la habitación del fondo, la última a la que da el pasillo.
La historia del león es quizás, ahora, complicada de explicar. Para hacerlo simple, toda mujer guarda en su corazón a una bestia que va domesticando y liberando al largo de toda su vida. Cuando el corazón de la mujer es demasiado salvaje la bestia no puede descansar y se pasa las horas en estado de huída permanente.
Dicen las malas lenguas que a la mujer del pasillo se le enfermó el león de su corazón y estaba tan triste y desesperada para sanarlo que pactó con un mago un deseo: le devolvería la salud al león a cambio de que ella fuera invisible. Y desde entonces la mujer del pasillo es famosa por hacer sentir su presencia pero por no ser al ojo humano y el león, que solo ella puede domar, se halla preso en la última habitación de un pasillo sombrío, rugiendo con toda su fuerza para que su ama le de la libertad a pesar de que eso implique que él enferme de nuevo ya que el mago jugó muy bien sus cartas y le puso de condición a la mujer que el león estaría sano pero que jamás podría volverla ver a ella aún cuando la transparencia fuera su mayor identidad.
La mujer del pasillo quiere tanto a su león que es incapaz de verle débil, muriéndose cada día un poco. Por eso se pasa el tiempo buscando en el interior de aquellos que pasan por el pasillo. A veces lo hace para no escuchar los rugidos del león, otras para despertar a otros leones que llevan demasiado tiempo dormidos. A veces, también despierta corazones.
La mujer del pasillo se siente muy sola, sabe que la pueden notar muchas personas pero el no poder hablar ni siquiera un poco la empequeñece cada noche y cada día. Gracias a ella, muchos amores se han vuelto fuego y muchos otros cenizas. Ella es la responsable del cambio de color de las paredes, del cerrojo de tres llaves de la última puerta, del casamiento del ratoncito Pérez, de la canción final del funeral de Camarón, del despacho en el agujero cinco de las ratas del centro, del primer perfume de Chanel, de las vistas a Róterdam, del café con chocolate y de los besos de amor. De todo ello se enorgullece y lo recuerda, presumida, con su mejor vestido (a veces pantalón, dependiendo del grado de rebeldía) todos los lunes a primera hora. Sí, la mujer del pasillo odia los fines de semana porque muy pocos van a verla, así que decidió proclamar al lunes domingo y al domingo fallecido.
La mujer del pasillo es exigente, te pide lo mejor de ti o, tal vez, lo más importante, sin pedirte permiso. Después uno/a se encuentra con la obligación de sobrevivir. Se sabe de un hombre que aún anda intentando recordar el último verso de un poema precioso, o casi precioso porque se ha quedado sin cierre. También se habló mucho tiempo de una chica que de tanto que la mujer del pasillo la mareó que se le mareó hasta el corazón.
La mujer del pasillo es inspiradora, con ella se han formado los mejores músicos y pintores (excepto los que pintaron el pasillo de negro). También han salido de ella grandes arquitectos y profesores, amantes de la vida y los “Don nadie”, entre infinitos otros.
La mujer del pasillo es salvaje, por eso, aparte de por el trato con el mago,  su león está encarcelado, porque su esencia cabalga por todos los rincones del planeta. Y de los planetas. Y una mujer demasiado salvaje acaba acompañada por la Soledad aún cuando muchos quieran acompañarla. Aún cuando ella quiere que la acompañe uno solo.
La mujer del pasillo dice que cuando reviente por dentro le abrirá la puerta al león y que vivos o muertos se volverán inalcanzables. Que solo espera el momento, que aun debe marear muchos andares y callar muchos verbos.
La mujer del pasillo es una heroína, una alcahueta, una amante y una amiga pero la mujer del pasillo se pasa la vida escuchando los rugidos de clemencia de su león y esa es una gran penitencia porque por rodar esas llaves y darle la libertad le regalará, también, la muerte.
La mujer del pasillo es tan compleja que nadie la comprende. Ni ella misma parece entenderse. Sin embargo, si hay algo que sin duda es la mujer del pasillo y que es a la vez veneno y antídoto es que ella es invisible y eso lo cambia siempre todo.
La mujer del pasillo es, ante todo, invisible.  



Margalida Garí Font,

Porque todas tenemos un león que, encarcelado o no, nos ruge por dentro. 

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