Absolutamente cualquier cosa puede traducirse a diez
minutos:
Los minutos que me hacen falta para asegurarme de que
aún sonríes son diez, los nueve primeros para pensar un plan y el último minuto
para ejecutar tú risa.
Diez minutos para que me resumas como estás, no hacen
falta más. Diez minutos para decidir si dices la verdad o si finges que no
mientes.
Diez minutos para cambiar tu prisa, para volverla
estática, para que decidas quedarte diez minutos más.
Diez minutos para asegurarme de que hoy tampoco me
quieres, que mañana, en diez minutos, menos me querrás.
Diez minutos para huir de tu hechizo. Diez para
regresar.
Diez minutos para pintar mi felicidad. Diez para
borrarla.
Diez son los minutos que tardo para llegar donde tú
estás y diez minutos son los que sumo a esos minutos para volverme sin verte,
sin habla, sin tiza.
Diez minutos para soñar que el mar, al fin, se
calmará y me quedaré flotando sin pensar en nada sobre su capa de cristal. Diez
minutos para ahogarme bajo las olas que no paran de crecer y que, al parecer,
hoy tampoco pararán.
Diez minutos para mirarte sin que te sientas
observado. Diez minutos para grabarme cada parte de tu cuerpo en mi mente sin
que te des cuenta. Diez minutos para archivar la imagen y hacer callar al
cuento.
Diez minutos para perder el miedo, para sobrellevar
que aún muero.
Diez minutos para revolver el viento y robarle diez
minutos más al tiempo.
Diez minutos para silenciar tus palabras, para no
escuchar el disparo y que para cuando éste me alcance tener tiempo de poner el
corazón a tiro y hacer que, de una vez, se calle.
Diez minutos para amar profundo, para poder desnudar tu
cuerpo, para desnudar tu alma. Diez minutos para desnudar la mía.
Diez minutos para cambiar de plato, para rozarte la
mano a escondidas, para que no te des cuenta de cuánto aún te quiero, de la
prisa que no me llega para construir un muro más fuerte, más doble, más real.
Diez minutos para cambiar el rumbo, para cogerte de
la mano y subirte a un avión, a lo loco, a lo desesperado, a lo más cuerdo de
todos.
Diez minutos para perder mi llave, la que abre
secretos y guarda imposibles. Diez minutos para encontrarla, diez minutos para
cerrar en doble vuelta y un olvido.
Diez minutos para los leones que me devoran por
dentro, los que tú ya no ves, los que dejaste correr a su libre albedrío por mi
mente. Los que nunca mueren pero a veces duermen.
Diez minutos para llorar sin una sola gota que caiga
majilla abajo. Diez minutos para prometer no volver a llorar por quién no
llorará por mí.
Diez minutos para fumarse un cigarrillo de fantasía.
Diez para apagarlo, diez para esperar.
Diez minutos para ponerme mi mejor vestido, mi mejor
peinado, mi pintalabios rojo. Diez minutos para sentirme bien.
Diez minutos para entender que, ya jamás, habrá diez
minutos más.
Margalida,
Te concedo diez minutos, corazón roto.
2 comentarios:
No se fer cap comentari... Ho empetitiria massa. Sols puc quedar fascinas.
Com diuen els "chefs", que aprofiti.
:)
Merci!
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